26.2.08

La Soledad del Juzgador

CARSON: Según creo yo, ¿usted tendría la opinión de que no hay libro inmoral?

WILDE: Sí.

CARSON: ¿Puedo tomar esto como que usted cree que El Sacerdote y el Monaguillo no era inmoral?

WILDE: Era peor. Estaba mal escrito.

Efectivamente, eso es precisamente lo que ocurre con La Soledad del Juzgador, de Elisa Beni.

Se ha dicho mucho de este libro. Se ha criticado que se aprovechaba de las víctimas del 11M, se ha insinuado que desvelaba secretos de las deliberaciones del Tribunal, se ha dicho que manchaba el “buen nombre” de los Tribunales de Justicia...

Pues bien, yo me lo he leído. Aun cuando en el fondo me daba algo de repelús, y había algo que me echaba para atrás; finalmente mi curiosidad me pudo, los Reyes Magos evitaron que me gastara dinero en él, y me lo he leído.

En cuanto a la inmoralidad del libro, en fin, a mí me parece que esta Sra. ha sido algo oportunista. El tema estaba aún muy caliente para sacar un libro que, a buen seguro, iba a traer polémica, y bien podía esta buena Sra. haber esperado, cuando menos, a que hubiera sentencia firme sobre el asunto. Incluso un poquito más.

Pero, claro, probablemente, de haberlo hecho así, el tirón (y las ventas) del libro hubieran sido menos. Y, así las cosas, sí, me parece inmoral que esta Sra. se aproveche de su condición de esposa para situarse debajo de los focos (curioso, porque ella misma critica esa actitud en otra gente a lo largo del libro, repetidamente) y recaudar lo que sin duda ha sido un pingüe capital.

Por otro lado, quiero comentar lo de que ha manchado el “buen nombre” de los Juzgados y Tribunales. En efecto, hace criticas importantes. Tampoco tantas, ni para tanto, pero alguna hay.
A mí, personalmente, me parece guay que cuente, como las cuenta, miserias y errores de Juzgados y juzgadores, porque haberlas, haylas, y no creo yo que ese haya de ser un tema tabú, sino todo lo contrario. Y si los jueces se rasgan las vestiduras de ver sus culos al descubierto, que empiecen a cuidarse un poco de hacer bien su trabajo, hombre ya.

Pero no es menos cierto que esta Sra. tenía un puesto que conllevaba encargarse de la comunicación del TSJ de Madrid, y, sinceramente, no parece que escribir un libro criticando aquí y allá a unos jueces y otros, sea muy compatible con lo de dar una buena imagen del órgano cuya comunicación le ha sido encomendada. Así pues, yo creo que tenían motivos para ponerla de patitas en la calle, como así han hecho.

En cuanto a lo de desvelar secretos, sinceramente, y salvo error u omisión (que tengo muy mala memoria) yo creo que no desvela ninguno, al menos, nada de verdad relevante. Lo que pasa es que viste mucho acusarla de tal cosa, y queda mucho mejor desde luego que reconocer que en algún punto te ha dejado en evidencia y eso te jode un montón.

Y ahora, sentado todo lo anterior, quiero exponer lo que yo venía a contar: el libro es una mierda como la copa de un pino. La tía tiene a su disposición una historia de puta madre (será o no inmoral contarla, pero ella tiene una posición privilegiada ante una historia interesantísima) y la desperdicia dedicando 350 páginas a decir que su marido es el más mejor, que qué horror de vida que llevan, que qué esposa tan maja, que cómo y cuánto le apoya...
Y encima lo cuenta de una manera que... en fin, alguien debería decirle a esta Sra. que existen expresiones que significan lo mismo que “en román paladino” y cuyo uso, en aras a evitar reiteraciones, puede aliviar notablemente la nausea del lector.

Y es que ya lo dice Wilde ¿que si lo considero inmoral? Es peor, está mal escrito.

PD. La cita es del interrogatorio de Wilde por Mr. Edward Carson, en el seno del proceso seguido ante el Tribunal Criminal Central de Old Bailey, en Londres, a partir del miércoles 3 de abril de 1895, en el que se ventilaba la demanda que O. Wilde interpuso frente al Marqués de Queensberry, tal y como se recoge en el libro “Los procesos de Wilde”, de Ed. Valdemar 1996, traducción de Ulises Petit de Murat. Libro en el que, todo hay que decirlo, se cargan también un material único e interesantísimo, gracias a una serie de introducciones y explicaciones tan tendenciosas como nauseabundas. Aún así, el genio y el ingenio de Wilde hacen que merezca la pena.

12.2.08

Hombre Topo, tú te lo perdiste.

Y no me vengas con excusas, que ya sabes que son como los culos.