Ayer por la noche creí que me moría. Más bien, creí que me suicidaba, esta vez sí que sí.
Tuve una cagada en el curro espectacular, y que hacía temblar un trabajo importante que tenía que hacer hoy. Fue una cagada mía, absolutamente mía. Y se arregló sola (y por el buen hacer de un buen samaritano - sí, todavía quedan - al que nunca se lo agradeceré bastante y al que le di los 10 euros - vale, no tenía más - que mejor he invertido en toda mi vida).
Cuando se lo he contado hoy a mi madre, sólo me ha dicho "o sea, que ayer te visitó tu ángel de la guarda". Yo no creía en esas cosas, pero desde ayer yo ya no dudo de ellas.
Me reconozco especialmente responsable a la hora de preocuparme con el trabajo. Quizá me preocupo demasiado, por lo que no sé si esta responsabilidad es un defecto o una virtud. Por ello, cuando ayer cometí una cagada propia de una irresponsable, me quería morir.
Pero bueno, se solucionó solo. Y mi ataque de nervios se fue calmando poco a poco gracias a quien se cogió un taxi y se vino a casa a hacerme compañía. Algo por lo que yo no hubiera apostado hace tan solo unos días. Gracias.
Y hoy el trabajo ha salido realmente bien. Quizá la conclusión final no será la que yo querría, pero eso ya no depende de mí.
Yo me quedo con la satisfacción que da el saber que has hecho tu trabajo lo mejor posible. Que has dado todo lo que tenías. Y, qué coño, que lo has hecho mejor (mucho mejor, incluso) que otro con más tablas.
La satisfacción del trabajo bien hecho, en definitiva. Y la satisfacción del ver que no has perdido la ilusión del todo. Que hoy te lo has pasado bien, y que hay posibilidad de recuperarse.
Tuve una cagada en el curro espectacular, y que hacía temblar un trabajo importante que tenía que hacer hoy. Fue una cagada mía, absolutamente mía. Y se arregló sola (y por el buen hacer de un buen samaritano - sí, todavía quedan - al que nunca se lo agradeceré bastante y al que le di los 10 euros - vale, no tenía más - que mejor he invertido en toda mi vida).
Cuando se lo he contado hoy a mi madre, sólo me ha dicho "o sea, que ayer te visitó tu ángel de la guarda". Yo no creía en esas cosas, pero desde ayer yo ya no dudo de ellas.
Me reconozco especialmente responsable a la hora de preocuparme con el trabajo. Quizá me preocupo demasiado, por lo que no sé si esta responsabilidad es un defecto o una virtud. Por ello, cuando ayer cometí una cagada propia de una irresponsable, me quería morir.
Pero bueno, se solucionó solo. Y mi ataque de nervios se fue calmando poco a poco gracias a quien se cogió un taxi y se vino a casa a hacerme compañía. Algo por lo que yo no hubiera apostado hace tan solo unos días. Gracias.
Y hoy el trabajo ha salido realmente bien. Quizá la conclusión final no será la que yo querría, pero eso ya no depende de mí.
Yo me quedo con la satisfacción que da el saber que has hecho tu trabajo lo mejor posible. Que has dado todo lo que tenías. Y, qué coño, que lo has hecho mejor (mucho mejor, incluso) que otro con más tablas.
La satisfacción del trabajo bien hecho, en definitiva. Y la satisfacción del ver que no has perdido la ilusión del todo. Que hoy te lo has pasado bien, y que hay posibilidad de recuperarse.
Vuelve a haber luz al final del túnel.
3 comentarios:
Para tener un ángel de la guarda hay que ganárselo. No todo el mundo lo tiene. Tú sí, porque te lo mereces. Por eso, porque sólo la has cagado UNA VEZ en tu trabajo (y ha sido un despiste, no una negligencia), el ángel ha salido para apoyarte.
me alegro att, no te comas la cabeza por el curro porque lo peor es que al final lo acaba absorbiendo todo, y te parece que todo te va mal..
hala,el próximo post un poco más alegre eh?
Sí, sí. Si yo, a dia de hoy, despues de año y pico en mi curro no me he comido ni una bronca. Intercambio de opiniones sí, pero bronca, lo que se dice bronca. No.
Mi histeria de ayer venía por mi propia conciencia, no por el miedo a una bronca.
Lo de que dices que te valoran más... Mi jefe (bueno, realmente "ex" jefe/especie de socio en estos mometos) es un cabrón de esos que se crecen pisando a quien pueden y son un encanto con quien saben que no pueden. Conmigo tiende a ser un encanto.
El otro día se lo decía a una compi, es verdad que nos trata distinto, pero también es verdad que yo no me he callado ni una con él desde un principio. En primera semana en mi curro, él ya me llamaba "la impertinente".
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