29.5.08

Me veo obligada a ponerme seria



Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos.

Solo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro.

Lo dejo suelto, y se va al prado, y acaricia tibiamente con su hocico, rozándolas apenas, las florecillas rosas, celestes y gualdas…

Lo llamo dulcemente: ¿Platero?, y viene a mí con un trotecillo alegre que parece que se ríe, en no sé qué cascabeleo ideal…

Come cuando le doy.

Le gustan las naranjas mandarinas, las uvas moscateles, todas de ámbar, los higos morados, con su cristalina gotita de miel…

Es tierno y mimoso igual que un niño, que una niña…; pero fuerte y seco por dentro, como de piedra.

Cuando paseo sobre él, los domingos, por las últimas callejas del pueblo, los hombres del campo, vestidos de limpio y despaciosos, se quedan mirándolo:

-Tien´asero…

Tiene acero. Acero y plata de luna, al mismo tiempo.”


Hoy se cumplen 50 años de la muerte de Juan Ramón Jiménez, y no se ha realizado ni se realizará ningún acto a nivel estatal en su memoria.


En fin... no parece necesario decir mucho más.

20.5.08

... podría llover.



De verdad que lo que no me pase a mí, no le pasa a nadie.

La historia es que la noche del miércoles 7 de mayo dejé a la pobre Severa Moto en la puerta del despacho, porque llovía. Y como salí corriendo bajo la lluvia, se me olvidó candarla, bloquearla y hacer cualquier acto que pudiera impedir, o cuando menos dificultar, que me la robaran.

El jueves 8 de mayo tuve un día complicado entre entrevistas de curro y vistas judiciales, y ello conllevó que no fuera hasta las siete de la tarde cuando me di cuenta de que me la habían robado.

En ese momento me encaminaba a una noche de cena y teatro con Quic, y decidí que no tenía sentido jodernos la noche, así que me callé cual putilla y disfruté de la velada. Al salir del teatro Quic me dice que estoy seria, y se lo cuento.
Decido que vamos a casa y pongo la denuncia por teléfono. Pero, al llamar, el Sr. Policía me dice que mejor me acerque a una comisaría, porque las denuncias telefónicas no son válidas hasta que no vas a comisaría a firmarlas, y que no vaya a ser que hagan un estropicio usando mi moto y yo sea responsable por no haberlo denunciado (en este punto, agradecería que alguien me explicase para qué coño sirve el servicio de denuncia telefónica).

Total, que como no sé dónde está la comisaría de mi barrio, para acudir a la cual ha de cogerse el coche, y es la una de la mañana, decido que, total, cojo el coche para ir a la de Chamberí, que es la que conozco de toda la vida.

Cuando estoy llegando a la comisaría, ya que mi despacho está cerca de allí, se me ocurre dar un par de vueltas por la zona, no vaya a ser sólo una gamberrada o a ver si hay suerte o yo qué sé qué pálpito me dió.

Efectivamente, me encuentro a Seve tirada a una manzana del despacho, quiero ver si está bien, y dejarla candadita y esas cosas, pero me he dejado las llaves en casa (yo iba a denunciar, no a encontrar la moto). Total, que vuelvo a casa, cojo las llaves de la moto, y Quic, que el pobre no puede dormir, decide venirse conmigo.

Llegamos de nuevo a la moto: tiene el frontal fuera de sitio, no ha sido una gamberrada, han intentado robarla y por lo que quiera que sea la han dejado allí. Pruebo la moto, no va el arranque automático, ni los intermitentes, ni el claxon, pero arranca. Decido dejarla allí candada y al día siguiente ya se verá. Quito la llave del contacto...y... ¡no se para! Yo con la llave en el bolsillo, y la moto arrancada. Para mear y no echar gota.
Pues nada, a llamar al RACE, que dicen que tardarán entre 30 y 40 minutos.

Tras treinta minutos me llama el mecánico y me dice que le han dicho que estoy en una esquina entre dos calles que según su mapa no convergen en ningún punto, así que mejor le diga yo dónde estoy. Efectivamente, tenía el hombre mal el nombre de las calles. Total, que me dice que llega en 20 minutos.

Ahí seguimos esperando, cuando para un coche al lado de Mari Puri y a escasos metros de Seve, se baja una chica y Quic me dice "Att, esa tía está desnuda".

Me doy la vuelta y veo a una tía en tanga que se mete en la parte de atrás del coche, mientras el conductor hace lo propio por el interior... ¡y empiezan a follar! Ole, ole y requeteole.
No sé cómo lo hacen, pero lo mejor es que cada diez minutos les salta la alarma del coche y se les encienden los cuatro intermitentes. Eso es pasión, y lo demás tonterías.

Quic y servidora no dábamos crédito a lo que estaba ocurriendo. Semejante situación surrealista sólo podía superarse si el del RACE llegase con la luces de sirena puestas y parase al lado de los folladores. Eso, lamentablemente, no ocurrió.

Pasan más de 20 minutos y el del RACE no llega. Y en esto que piensas... podría ser peor... podría llover... Y, efectivamente, señores ¡se pone a llover!

En ese bendito momento, llega el del RACE, toca todo lo tocable (menos a la chica del tanga), conecta todos los cables y finalmente sólo se le ocurre quitar la bujía para que se pare. Allí se queda la moto candada y sin bujía.

Son las cuatro y pico de la mañana, nos vamos a casa. Los otros siguen follando.

Al día siguiente le pongo la bujía, me voy al taller y cuando quito la llave del contacto, la moto se para, así, tan normalita. La dejo para que la revisen, tenía un corto simplemente, pero bueno, ya me la han puesto a punto y vuelvo a tener moto.

Si ya lo decía G. el otro día: "ATT y Quic, esos seres expertos en que a última hora de la noche les ocurra algo sorprendente que les impide irse a dormir"