Hoy he ido con Quic a comer a un restaurante italiano de mi antiguo barrio que solíamos frecuentar en la época colonial (o en la de antaño, no recuerdo bien) . El plato de mi elección ha sido francamente mediocre, pero por lo demás ha sido una comida estupenda.
Cuando hemos salido, hemos decidido encaminarnos a un café fashion al que desde hace tiempo tenemos ganas de ir, y que está a unas manzanas del restaurante italiano del plato mediocre.
Como yo soy más chula que un ocho, le he dicho a mi santo que fuera dándose un paseo rapidito, que yo en mi súper moto estaba allí en un pis pas. Allá que se ha encaminado él. Acá que me he quedado yo.
He abierto el sillín de Severa Moto, he sacado mi casco, he metido mi bolso, he cerrado el sillín, me he puesto el casco, me he puesto los guantes, me he montado en la moto... he mirado al contacto.... ¿y las llaves? ¿y las llaves? ¡LAS LLAVES! Dentro del bolso, que está dentro del sillín, que está cerrado y que no puede abrirse sin las llaves, obviamente.
Cojonudo. Después de esto y esto, lo de hoy me ha hecho decidirme: siendo lerda como soy, es mejor que me compre un patinete.
Ahora pagaría porque alguien me hubiera fotografiado la cara de lerda que he debido de poner cuando me he dado cuenta y lo primero que he pensado ha sido ¿Y ahora como arranco yo?.
Para luego pensar: Con el dedo, no te jode.
Mi segunda acción ha sido salir corriendo calle abajo mientras me quitaba el casco y los guantes y llamaba a Quic a pleno pulmón. Ha flipado el pobre, pero luego se ha comportado como el hombre que es y ha intentado (hemos intentado) forzar el sillín de la moto y abrirlo con las llaves de casa. Ninguna de tan geniales ideas ha dado resultado.
En fin, que he tenido que contarle al portero de la casa de mi madre que soy lerda, lo cual ha ablandado su corazón lo suficiente para que accediera a guardarme la moto en el garaje hasta mañana, momento en que sabré si dispongo de una llave de repuesto (que ni idea, oiga) o si tengo que llevar a Severa al taller, a que le cambien el bombín (pobre, eso tiene que doler fijo).
Cuando he llegado al curro, el conserje me ha recibido cantando: devuelveme las llaves de la moto.... Lo cual, todo hay que decirlo, me ha hecho mucha gracia, a la par que me ha llevado a plantearme lo rápido que vuelan las noticias, sobre todo con porteros de por medio.