25.4.06

... Y quédate con todo lo demás.


Hoy he ido con Quic a comer a un restaurante italiano de mi antiguo barrio que solíamos frecuentar en la época colonial (o en la de antaño, no recuerdo bien) . El plato de mi elección ha sido francamente mediocre, pero por lo demás ha sido una comida estupenda.
Cuando hemos salido, hemos decidido encaminarnos a un café fashion al que desde hace tiempo tenemos ganas de ir, y que está a unas manzanas del restaurante italiano del plato mediocre.
Como yo soy más chula que un ocho, le he dicho a mi santo que fuera dándose un paseo rapidito, que yo en mi súper moto estaba allí en un pis pas. Allá que se ha encaminado él. Acá que me he quedado yo.
He abierto el sillín de Severa Moto, he sacado mi casco, he metido mi bolso, he cerrado el sillín, me he puesto el casco, me he puesto los guantes, me he montado en la moto... he mirado al contacto.... ¿y las llaves? ¿y las llaves? ¡LAS LLAVES! Dentro del bolso, que está dentro del sillín, que está cerrado y que no puede abrirse sin las llaves, obviamente.
Cojonudo. Después de esto y esto, lo de hoy me ha hecho decidirme: siendo lerda como soy, es mejor que me compre un patinete.
Ahora pagaría porque alguien me hubiera fotografiado la cara de lerda que he debido de poner cuando me he dado cuenta y lo primero que he pensado ha sido ¿Y ahora como arranco yo?.
Para luego pensar: Con el dedo, no te jode.
Mi segunda acción ha sido salir corriendo calle abajo mientras me quitaba el casco y los guantes y llamaba a Quic a pleno pulmón. Ha flipado el pobre, pero luego se ha comportado como el hombre que es y ha intentado (hemos intentado) forzar el sillín de la moto y abrirlo con las llaves de casa. Ninguna de tan geniales ideas ha dado resultado.
En fin, que he tenido que contarle al portero de la casa de mi madre que soy lerda, lo cual ha ablandado su corazón lo suficiente para que accediera a guardarme la moto en el garaje hasta mañana, momento en que sabré si dispongo de una llave de repuesto (que ni idea, oiga) o si tengo que llevar a Severa al taller, a que le cambien el bombín (pobre, eso tiene que doler fijo).
Cuando he llegado al curro, el conserje me ha recibido cantando: devuelveme las llaves de la moto.... Lo cual, todo hay que decirlo, me ha hecho mucha gracia, a la par que me ha llevado a plantearme lo rápido que vuelan las noticias, sobre todo con porteros de por medio.

17.4.06

Es complicado ser feliz. O no, que también pudiera ser.

Ser feliz, completamente feliz, es complicado. O lo hacemos complicado, más complicado cada día conforme crecemos.

De niños cualquier tontería se convierte en un mundo, en una tragedia griega. Pero igual de rápido que llega el drama, se esfuma con una celeridad impresionante. Se olvidan los malos momentos y quedan los buenos. De ahí lo de cualquier tiempo pasado nos parece mejor (que decía la sabia San Basilio, creo).

Cuando crecemos, todo se relativiza. Ya no lloramos (normalmente) porque se nos rompió nuestra goma favorita, o porque no queremos comer las judias verdes.

Pero tampoco disfrutamos de las pequeñas cosas como lo hacíamos antes. Ya no olvidamos los dramas con tanta facilidad, ni nos quedamos con lo bueno solamente.

Creo que hasta hace no mucho era capaz de emocionarme con cosas realmente tontas, y ser feliz un montón de tiempo solo por haberme tomado una caña fresquita al solecito una mañana de verano (y si era en una playa y acompañada de una ración de gambas rojas y sardinas asadas, ni te cuento lo que me duraba el subidón).

Ahora no. Bien es verdad que llueve, y que normalmente no tengo tiempo de tomarme esa caña. Pero si lo hiciera, la felicidad se acabaría con la caña. No duraría ni un segundo más.
Suponía que era normal perder la ilusión por las pequeñas cosas, o dejar de ser feliz con tonterías. Pero el otro día, en medio del viaje de amor y lujo a Bilbao descubrimos a un hombre que se convirtió automáticamente en mi ídolo. Me enamoré de él en medio segundo, y me hizo darme cuenta de cuán equivocada estaba.
Resulta que al lado del Guggenheim hay una fuente consistente en una serie de chorritos dispuestos en fila, directamente en el suelo, sin pilón ni nada (joder, me estoy explicando de pena). La cosa es que puedes pasar entre los chorros, o por encima de ellos, sin estructura arquitectónica (o de cualquier otro tipo) que lo impida u obstaculice en modo alguno.
El tipo/ídolo en cuestión era un hombre de unos taymuchos años, acompañado de su esposa, otra pareja y dos niños de unos 6/8 años.
Jugando con los niños el tipo/ídolo se mojó un poquito y decidió que la vida son dos dias (estoy segura de que decidió precisamente eso) y echó a correr por encima de los chorritos, uno tras otro, empapándose ante las carjadadas de los niños, la estupefacción de la pareja, el flipe de los múltiples viandantes y mi admiración eterna.
Salía de la fuente y le decía a los niños ¿otra vez? , los niños entusiasmados le invitaban a que lo repitiera y su mujer, conteniéndo una sonrisa complice de "ya está éste otra vez con sus cosas" le decía: no, otra no, que te está mirando todo el mundo.
Finalizada la actuación, los acompañantes del tipo/ídolo, se quedaron haciendo un corrillo, mientras éste se alejaba solo y a paso ligero: claramente iba a su casa a cambiarse.
Yo me pasé un buen rato repitiéndole a Quic que ese hombre, el hombre feliz, era mi ídolo. Y me quedé con las ganas de acompañarle en sus carreras fuentísticas.
Desde entonces tengo claro que uno no pierde la ilusión si no quiere. Y sonrío cada vez que me acuerdo de la escena.
Gracias, hombre feliz, quien quiera que seas.

10.4.06

El placer de comer. Hoy: Lubina al horno


Semejante cena, a cuyo exquisito sabor la foto no hace justicia en absoluto, fue la que nos metimos mi santo y yo entre pecho y espalda el pasado viernes.
Para los que no adivinen: se trata de lubina al horno con cebolla y calabacín.

Modo de preparación:

Ir al mercado y hacerse con dos lubinas, volver a casa.

Recoger la ropa tirada que has ido acumulando por las esquinas en los últimos días, echar un cigarrito, fregar los platos y vasos que has acumulado en los últimos días, poner una lavadora, echar un cigarrito, barrer el suelo, partir media cebolla y medio calabacín en rodajas y ponerlos ordenadamente en el fondo de una fuente para horno, echarle un chorrito de aceite de oliva, reservar.

Meter dentro de cada lubina (en la raja que previamente le ha hecho el pescadero a fin de sacarle las tripas) una rodajita de limón, y clavar otra en su lomo (en otra raja que ha hecho el pescadero, no sabemos muy bien para qué).

Poner las dos lubinas en la fuente, sobre la cebolla, el calabacín y el aceite, echar algo de sal, perejil y un chorrito de vino blanco, reservar.

Encender el horno a 180º, partir en trocitos el calamar (que, por cierto, también hemos adquirido en el mercado) que pensamos tomar de aperitivo, abrirse una cerveza para tomarla mientras cocinamos.

Mirar si ya se ha calentado el horno (sólo mirar, no tocar, que quema) y meter la fuente con la lubina a una altura media, poner el calamar en una sartén con muy poquito aceite, fregar el suelo de la casa mientras tanto, ir de vez en cuando a echarle un ojo al calamar y otro a la lubina, recoger la ropa tendida.

Ir añadiendo agua y vino a la lubina, a partes iguales, a medida que se vaya consumiendo, exprimir el zumo de medio limón y echarselo también a la lubina.
Como a estas alturas te has dado cuenta de que te has pasado echando líquido (la lubina nada y es feliz de la vida), solucionalo echando un poco de harina.

Quitar el calamar del fuego y ponerlo en un plato, bajar a mínimo la temperatura del horno y llamar a tu santo a la mesa.

Abrir una botella de vino blanco, dar buena cuenta del calamar, sacar la lubina del horno y zampársela también.

De postre: donetes.

Que aproveche.

4.4.06

Me cago en ...


1.- EL ALCALDE: Me cago en él tres veces antes de que mi culo vuelva a tocar el asiento de la moto cada vez que pillo un bache.
2.- LAS VIEJAS: Que se cuelan en el mercado y cuando las pillas y las pones en evidencia, te arman un pollo con toda su jeta (con j, no con g).
3.- LOS CAPULLOS: Que se creen mejor que otro porque tienen una mierdicarrera universitaria (que eso ya no cuela, joder).
4.- LOS JEFES: Que para demostrar que se merecen su puesto (pese a lo inútiles que son) se dedican a pisotear a su gente.
5.- LOS CONDUCTORES DE AUTOBÚS: Que desconocen el concepto "mirar el retrovisor" antes de cambiar de carril.
6.- QUIEN QUIERA QUE SEA: El que inventó lo de cortar el programa/serie/película, para poner anuncio y luego poner los 20 segundos que quedaban para que el programa/serie/película acabase.
7.- LOS TRABAJADORES: Que mienten descaradamente en su entrevista y te hacen pagarles una pasta para tener que despedirles en un mes.
8.- EL ALCALDE, otra vez: Por decidir tirar un puente y provocar con ello que yo tardara una hora en llegar del aeropuerto a casa justo a la vuelta de tres días agotadores de curro.
9.- LOS MENSAJES: De publicidad en el móvil.
10.- EL GILIPOLLAS: Que fue el primero que dijo eso de que "el trabajo es salud". Vamos, no jodas.