Por razones que no vienen al caso resulta que suelo salir bastante tarde de trabajar. Y soy de natural perezosa, por lo que pegarme una hora (casi) de metro para volver a casa a las 23:00h. no me hace nada de ilusión.
Consecuencia: cada vez que salgo tarde, me pillo un taxi. Consecuencia 2: la ruina de mi unidad familiar está más bien cercana.
Así que me decidí a comprarme una motito (ciclomotor). Concretamente, a comprarle a mi hermana una motito que tenía semi muerta de risa.
Mi experiencia con ella, por mucho cariño que le tengo, no puede ser considerada como positiva.
La primera vez que la cogí, fue por la urbanización de mi hermana (a diferencia de la mayoría de la gente, yo jamás había cogido una moto en mi adolescencia, y la idea de cogerla directamente por Madrid me acojonaba bastante).
Primer día, primer desastre: me quedé sin gasolina. Empujando se solucionó la cosa. No fue tan grave, pero era sólo el principio.
Varias veces más la cogí por la urbanización, y cuando me sentí segura, pedí que me la bajaran a Madrid.
La primera vez en la capital, la cogí para venir a currar un sábado (que ya de por sí es bastante horrible). A la ida me llovió, pero eso no es nada.
Cuando salí de currar, a eso de las 21:00 h., ocurrió el segundo desastre: a dos manzanas del punto de partida, la moto se paró y decidió que no arrancaba más.
Tras varias llamadas intentando que me dijeran qué hacer por teléfono, que viniera una grúa y anulando las citas que tenía a continuación, vino mi cuñado (que vive al lado de donde me quedé tirada, no soy tan perra como para hacerle cruzar media ciudad) e intentamos hacer de mecánicos. No sirvió de nada.
Ayer, mi querida moto volvió a mis manos previo paso por el taller. No he conseguido entender lo que le pasaba, pero la cosa es que ya funciona.
La cogí para volver a casa, me estaba quedando sin gasolina y (aprendida la lección tras el primer desastre) paré en una gasolinera y pedí que me cargaran 5 euros en el surtidor de turno. Cuando llevaba algo más de 3 euros gastados, tercer desastre: el depósito se llenó, yo no me dí cuenta y la gasolina empezó a desbordarse. Una riada de gasolina era aquello.
Total, que le regalé euro y medio al Sr. Gasolinero, y me fui a casa acojonada con la obsesión de que, al desbordarse, la gasolina había ido a parar a donde no debía y que la moto, conmigo encima, iba a estallar de un momento a otro.
Consecuencia: cada vez que salgo tarde, me pillo un taxi. Consecuencia 2: la ruina de mi unidad familiar está más bien cercana.
Así que me decidí a comprarme una motito (ciclomotor). Concretamente, a comprarle a mi hermana una motito que tenía semi muerta de risa.
Mi experiencia con ella, por mucho cariño que le tengo, no puede ser considerada como positiva.
La primera vez que la cogí, fue por la urbanización de mi hermana (a diferencia de la mayoría de la gente, yo jamás había cogido una moto en mi adolescencia, y la idea de cogerla directamente por Madrid me acojonaba bastante).
Primer día, primer desastre: me quedé sin gasolina. Empujando se solucionó la cosa. No fue tan grave, pero era sólo el principio.
Varias veces más la cogí por la urbanización, y cuando me sentí segura, pedí que me la bajaran a Madrid.
La primera vez en la capital, la cogí para venir a currar un sábado (que ya de por sí es bastante horrible). A la ida me llovió, pero eso no es nada.
Cuando salí de currar, a eso de las 21:00 h., ocurrió el segundo desastre: a dos manzanas del punto de partida, la moto se paró y decidió que no arrancaba más.
Tras varias llamadas intentando que me dijeran qué hacer por teléfono, que viniera una grúa y anulando las citas que tenía a continuación, vino mi cuñado (que vive al lado de donde me quedé tirada, no soy tan perra como para hacerle cruzar media ciudad) e intentamos hacer de mecánicos. No sirvió de nada.
Ayer, mi querida moto volvió a mis manos previo paso por el taller. No he conseguido entender lo que le pasaba, pero la cosa es que ya funciona.
La cogí para volver a casa, me estaba quedando sin gasolina y (aprendida la lección tras el primer desastre) paré en una gasolinera y pedí que me cargaran 5 euros en el surtidor de turno. Cuando llevaba algo más de 3 euros gastados, tercer desastre: el depósito se llenó, yo no me dí cuenta y la gasolina empezó a desbordarse. Una riada de gasolina era aquello.
Total, que le regalé euro y medio al Sr. Gasolinero, y me fui a casa acojonada con la obsesión de que, al desbordarse, la gasolina había ido a parar a donde no debía y que la moto, conmigo encima, iba a estallar de un momento a otro.
En fin, que acojonadita, pero sin estallidos, llegué a casa y me dispuse a subir el bordillo de la acera. Cuarto desastre (y último por el momento, gracias a Dior): me pasé con el puño, la moto salió disparada y me empotré contra la verja que cubre el seto de la entrada de mi casa, que ha quedado monísima, abollada toda ella.
(Si algún vecino lee esto, que olvide el último párrafo: YO NO HE SIDO).
Al intentar parar/frenar/poner los pies/hacer lo que fuese, me di un golpe en la rodilla que hace que ésta hoy me duela de una forma que podríamos denominar considerable.
En definitiva, que cualquier día me mato, no digais que no os avisé.