31.1.07

ATT apaleada. O de cómo sentirse un mosquito aplastado.



Ayer fue un día pelín estresante. Empezó a las 06:30 AM hora zulú, despertándome sobresaltada porque ese día tenía una cosa de curro importante, de esas que no te puedes saltar... Qué coño, si todos sabéis quién soy y a qué me dedico... total, que ese día tenía una vista judicial y me desperté pensando que no sabía a qué hora la tenía y dándome cuenta de que no la había preparado en absoluto. Tras abrir los ojos y pensar un poco ya me di cuenta de que la vista era a las 12 y que era una chorrada de vista en la que yo, básicamente, sólo tenía que hacer acto de presencia. Así que bien.

Total, que llegan las 11 y allá que me voy yo tan pichi hacia el Juzgado en mi Severa del alma, con tiempo suficiente por si surgiera algún problema (no sería la primera vez que me pierdo, o me equivoco de sede judicial).

Dos calles más allá de mi despacho, los coches están paraditos en un semáforo, dejando a su derecha un pasillito entre la fila de coches del semáforo y los coches aparcados, y allá que me meto yo más chula que un ocho, sin prisa pero sin pausa, en aras a ponerme la primer de la fila.

Paso un coche rojo, uno verde, uno azul, una furgoneta blanca, et... voilà! Estoy yo pasando la furgoneta cuando una cosa blanca se me abalanza por el lateral izquierdo trasero, me golpea y me lanza, acabando Seve y yo, cual mosquitos ambas, empotradas contra un coche aparcado.

Sí. El de la furgo había decidido bajarse justo en ese momento, sin mirar por la ventanilla y verme ahí al lado, yo, tan mona.

Los chavales de la furgo se portaron de puta madre, y se llevaron un susto también de puta madre. Se bajaron al grito de "¿Estás bien?" Entremezclado con el de "Ha sido culpa mía, perdona, me he bajado sin mirar".

Y yo sólo decía, "Vale, ayudadme a ver si la moto está bien, que me tengo que pirar". Se ofrecieron a llevarme al Juzgado para que no cogiera la moto, a llamar a una ambulancia, a la policía, a hacer los papeles, a llevarme al hospital... Y yo sólo decía "Que no os preocupeis, que estoy bien, es sólo el golpe, ayudadme a arrancar, joder, que me tengo que ir ¿me he roto los pantalones?" Y el de la furgoneta: "Pero, chiqui (se empeñó en llamarme así unas trescientas cincuenta veces) ¿cómo te vas a ir? ¡enseñame el brazo, a ver si lo tienes bien!"

Total, que conseguí irme y llegué al Juzgado con un cuarto de hora de antelación. Mi antebrazo, mi muñeca y el dorso de mi mano se hinchaban y me dolían más por momentos. Y llegó la vista, y el compañero contrario era un absoluto coñazo (por no llamarle otras muchas cosas, porque vaya tio más desagradable), y yo pensando que no sabía qué coño pintaba allí y que estos actos deberían hacerse por escrito, si sólo había dicho una frase ("esta parte se ratifica en su escrito de impugnación"), y el contrario cabreado porque le he discutido el precio de sus habichuelas, y habla que te habla que te habla, y el procurador que me mira con cara de pena, y mi brazo que se hincha y yo que pienso "esto no es profesionalidad, es gilipollez".

Y por fin se acaba, y Seve y yo nos vamos a urgencias, y me dicen que si lo quiero poner como accidente de tráfico, y me explican que darán parte a la policia, y yo que paso, que no ha sido nada, que los chicos han sido muy majos y que, en cualquier caso, no tengo sus datos, que pongan que me he caído sola, que soy así de torpe. ¿"De verdad que no quieres que llamemos a un familiar?" "No, muchas gracias, sólo quiero saber que no tengo nada roto, y pirarme cuanto antes".


Tres horas más tarde (yendo por privado, lo flipo) con mi radiografía tan bonita, me dicen que efectivamente no tengo nada roto pero sí una buena leche, que cuatro o cinco días con venda compresora, frío local e ibuprofeno y que si me sigue doliendo vaya al médico de cabecera.

La pobre Seve se ha quedado solita en casa de mi madre, con un freno un poco tocado. Y yo hoy no sé que me duele más, si la mano o el resto del cuerpo, que lo tengo como si me hubieran pegado una paliza.
¡Ay!

24.1.07

¡Hágannos defecar, señores!


“La comida de verdad se defeca”. Esta verdad como un templo de grande la ha dicho Santi Santamaría hace poco y ha traído cola.
A mí me sirve para empezar un post que hace tiempo me viene rondando la cabeza, y que tiene como idea principal la siguiente: ¡Estoy hasta las narices de la nouvelle cuisine!

No tengo nada en contra de la aplicación de sofisticadas tecnologías a la cocina. Nada en contra tampoco de, por ejemplo, el crujiente de foie cubierto por cebolla pseudocaramelizada, bañado por un reducido de confitura de frutos silvestres al aroma de menta de azahar, sobre lecho de albahaca espolvoreada con minúsculas partículas de pimienta camboyana (excepto el exceso de consumo de papel de comandas para apuntar un solo plato, cuestión ésta –sin duda- que viene contribuyendo notablemente a la merma de la selva del amazonas).

Quiero decir que, a mí, que soy de buen comer, de gusto exquisito y glamour sin par… me mola esto de la nueva cocina, así, en términos generales.

¿Y cuál es la pega? Elemental, querido blogson ¡El tamaño de los platos! Bueno, más bien… ¡El tamaño de la comida que viene dentro del plato! O, mejor aún… ¡La combinación del tamaño del plato con el tamaño de la comida que viene dentro del plato!

Es que, joder, a mí eso de que te pongan un plato gigantesco con dos chipironcillos con tres trocillos de cebolla encima, un hilillo de tinta recorriendo en diagonal el centro del plato y una hojita de menta en cada esquina (que además nunca sé si debo comérmela o no)… pues me parece un insulto a la inteligencia o, cuando menos, al estómago del cliente en cuestión.

Porque, ahora -que tengo más experiencia- ya no, pero al principio de esta nueva moda, tú veías venir a la camarera con un plato gigante, y pensabas "Hostia, hostia, hostia (sí, tres veces), todo eso es para mí ¡Me voy a poner las botas!" Y luego te plantaban el plato en la jeta y se te quedaba una ídem de pardillo que pa qué las prisas.

Parece ser que la justificación del decrecimiento constante de la comida servida (inversamente proporcional al crecimiento del recipiente en que se sirve), está en que los ingredientes cada vez de mayor calidad o de menor presencia en el mercado, la tecnología aplicada y el trabajo más dificultoso de quién prepara el plato (no sólo de quien lo cocina, sino también de quien lo emplata), hacen que se encarezca el producto, de tal modo de que, a fin de que sea asequible, se sirve menos cantidad.

Muy bien, todo eso muy bonito y tal. Pero, que queréis que os diga, verás (sí, verás), yo prefiero pagar 50 € (un poner) y llenarme de chipirones, que pagar 25 € por un reducto de chopito que me llena media muela y me obliga a luego gastarme los otros 25 € en ponerme como el putas a la desesperada en el burriquín de enfrente arramplando con todo lo que pille.

Señores, ¡llénenme el buche! ¿Que tienen que cobrar más caro? ¡Pues cobren! ¡Muerte a los pobretones!

Porque con los mierdiplatos que ponen, no se defeca. Con los aromas y las esencias… tampoco se defeca. Y de todos es sabido que después de una buena comilona, no hay nada como una buena cagada.

21.1.07

El placer de comer. Hoy, Shepherd's pie

Esta receta de tradición británica llegó a mi familia a través de mi abuela Dora, inglesa ella y personaje peculiar al que algún día dedicaré un post completo.

Aun cuando arriba me he puesto en plan fino, lo cierto es que el Shepherd's pie, en mi casa, ha sido de toda la vida "sepaspai", y así me referiré a él de ahora en adelante, pues yo no soy de las que se avergüenzan de los suyos (aun cuando tengo sobradas razones para hacerlo).

A lo que íbamos. El sepaspai es una comida fácil de preparar, barata, que llena bastante, que aparenta, y, sobre todo y más importante, que está buenísima. Deberíais, pues, arrodillaros ante mí por daros la receta, pequeños blogovidentes.


En fin, se empieza por sofreir cebolla y pimiento verde, muy picaditos, se le añade carne picada y cuando ésta ya está, un poco de tomate frito.

Por otra parte se hace el puré de patata, bien instanténeo de sobre (que es el que suelo usar yo) o bien ,en plan cocinero experto chupiguay, puré de patata-patata de verdad.

En una fuente se pone al fondo la carne y se le echa el puré por encima. Se extiende una finísima capa de margarina o mantequilla por la superficie y se mete al horno (que hemos precalentado previamente).
Unos 10 minutos en función horno (+/-) y 5 minutos en función grill (+/-). Et voilà! A comer.

18.1.07

Los perritos molan, oh yeah!



Me encantan los perritos. Me parecen uno de los mejores inventos de la humanidad. Y es curioso, porque las salchichas solas no me molan nada de nada.


Pero no cualquier perrito merece tal denominación. El perrito de verdad, el que me pone los dientes largos, ha de ser necesariamente pequeño, con salchicha frankfurt, si es marca Dia, mejor.


Y es que el perrito, como comida decente, no vale nada. Pero para llenarte una muela es lo mejor que se ha inventado. Por eso, si la salchicha es grande y con un solo perrito ya te llenas, pues es una puta mierda de perrito.


En este país el perrito es un producto maltratado. Te los suelen poner con salchicha grande y un montón de mierdas. El perrito, sólo con Ketchup, gracias. Y te miran con cara rara.


Pero el drama mayor es lo que cuesta encontrar un perrito en esta ciudad, jolines. Cada vez que voy en Severa camino de dónde sea, y veo un puesto de comida en la calle, aminoro para fijarme.


En un 99% por ciento de las ocasiones es un puesto de pseudochurros rellenos de nata y recubiertos de chocolate que ni son churros ni nada y me revuelven el estómago.


Por eso Nueva York es la mejor ciudad del mundo, porque venden perritos en cada esquina, con salchicha pequeña y no se extrañan de que se lo pidas sólo con ketchup.


Eso es lo mejor de NYC con diferencia, afirmo sin pudor alguno. Y por eso nunca seremos modernas, porque aquí infravaloramos al perrito.





P.D. No puedo dejar de comentar lo tonto que es Bush, que ahora tiene la desfachatez de afirmar que Irak es un país inmaduro por ejecutar a Sadam y a sus colaboradores. Grande mi hermana (Mari Ici no, la otra) al afirmar: Es que éste ha oido a Calderón y ha dicho "no puede haber uno más gilipollas que yo, a ver qué suelto para superarle".

15.1.07

Pinceladas II.


1.- El viernes por la noche estuvimos en la sala de magia "Houdini" y lo pasamos requetebien. Muy recomendable. 25 lauros el espectáculo de tres horas y pico (con descansos en los que algunas salíamos a la calle ávidas de vicio) con dos copas. Primero en una sala grande y luego repartidos en salas pequeñas para ver "micromagia" o "magia de cerca", que era realmente flipante.
Te ríes y te quedas alucinado a partes iguales.

2.- Esta es la fondue de chocolate que los Reyes Majos dejaron en la finca "El Infinito" para que Mari-Ici y demás adlátares pudieran ponerse como auténticas vacas.

Eso hicimos este sábado, estrenar el regalito y ponernos como la moñoño. Así da gusto ir a verte, hermanita.

3.- El domingo fuimos a ver "HazmeReir" (sic), en el Teatro Galileo. No es que sea la repanocha pero está bien, sobre todo si vas a través de "Atrapalo.com" y, por tanto, te dejas poca panoja en la broma. Es un espectáculo de clown antibelicista, y tiene su gracia, sobre todo cuando entonan marchas militares a ritmos insólitos, como por ejemplo, el Cara al Sol a ritmo de maracas.

4.-Por último, destacar que estoy emocionada. Hoy he ido por primera vez a mis clases de francés, que empezaron allá en el mes de noviembre. Iba acojonada porque no me he esmerado mucho, y aún voy por el tema cinco. Daba por hecho que en clase irían muy avanzados, y que yo iba a quedar en ridículo. Pero, mira, no me quedaba más remedio que ir, así que hice de mi capa un sayo y fui.

Pues resulta que van por el tema 3 (bueno, hemos empezado hoy el 4), por lo que no sólo no voy atrasada, no sólo no he hecho el ridi, sino que he quedado como Dior, y como niña empollona que se lo estudia todo por su cuenta y sabe la (h)ostia en verso. Cómo me gusta, pardiez!

12.1.07

Son todos unos metiches

Dicen que la gente no es buena. Yo creo que se equivocan: la gente es buena, tanto, que son un auténtico coñazo. Porque la bondad, las buenas intenciones, les llevan a meterse en lo que no les llaman, a ser muy poco originales y a tocar las narices allá donde van. Y no les puedes decir nada ni echarles nada en cara porque lo hacen con buena intención, así que tú te limitas a mirarles, sonreir y dar las gracias.
Me explico. Mi bolso atrae la bondad de la gente, y saca de la gente preocupada por el bien del prójimo sus más profundas ganas de dejar de lado la vergüenza y abordar a los desconocidos por la calle sin el más mínimo pudor.
Siempre lo llevo abierto, el bolso digo. Por dos razones: Una, porque soy un desastre. Es así, irremediable, y he aprendido a vivir con ello. Dos, porque, joder, estar abriéndolo y cerrándolo cada vez que quieres coger algo es un auténtico coñazo.
Mi bolso abierto es un auténtico imán para los bondadosos tocapelotas. Entiendo que la gente conocida me advierta de que me pueden robar (aun cuando nunca me han robado llevando el bolso abierto, y sí llevandolo cerrado), es poco original, pero lo entiendo.
Pero... ¿por qué coño tengo que aguantar que prácticamente a diario me asalte un desconocido para advertirme de lo que yo ya sé? Aunque he de reconocer que en el fondo me lo paso bien cuando veo su cara de estupefacción al decirles "ya lo sé, siempre lo llevo así".
Nunca olvidaré a una mujer que me asaltó en el autobús y estuvo tres paradas dándome el coñazo con los peligros de llevarlo así, la provocación que suponía para los cacos, la de veces que han robado a alguien que ella conocía, y el poco crédito que daba al hecho de que yo siempre lo llevase así y nunca me hubieran robado.
Tenía su gracia hasta que la tía se bajó en la misma parada que yo y siguió dándome la tabarra hasta el portal de mi casa. Quise mandarla a tomar por culo. Pero me limité a sonreir y dar las gracias, porque no lo hace con mala intención la mujer.
Lo que me pasó hace dos días fue ya el colmo de los colmos. Iba yo tan tranquila subiendo la Avda de la Albufera en Severa Moto, de camino al partido Rayo - Sevilla, para más señas. Y en esto que veo que el calvo barbudo de la furgonetilla del carril de al lado me hace señas extrañas con cara de preocupación.
"Ya está, le he hecho una pirula y ni me he dado cuenta", pensé yo.
En el siguiente semáforo el calvo barbudo se para a mi lado, baja la ventanilla y me dice "te voy a dar un consejo". Y cuando yo me estoy preparando para contestar a la típica retahíla de "es que los de las motos estais locos, un día os vais a matar o nos vais a matar a alguno, etc", va el calvo barbudo y me suelta "no lleves el bolso ahí". Momento en el cual me percato de que, como llevo el cajetín de Severa lleno, el bolso lo llevo colgado del hombro.
Con la mejor de mis sonrisas, le digo "no tengo otro sitio para llevarlo", y el tio, en tono de cabreo, me suelta "pues lo buscas, pero no lo lleves ahí, y menos abierto".
Pensé en decirle "cuando tu laves la mierda de tu furgoneta, calvo cabrón" pero en lugar de eso, sonreí, le dí las gracias y arranqué, porque no lo hacía con mala intención, el calvo barbudo metiche de los huevos.

10.1.07

Se armó el Belén



Sí, ya sé, que llevo mil años sin actualizar. Sé, también, que no me habéis echado en falta. Me da igual.




He estado muy ocupada, entre otras cosas, en armar un Belén estupendo en casa, como podéis observar en las fotos. Sí, la calidad de algunas no es muy buena, pero, oye, las quejas al maestro armero.







¿Adivináis quién se encargó del diseño de la parte tradicional y quién del de la parte friqui?